Nació en Alhama de Almería el 27 de diciembre de 1928 en la Calle Médicos en el seno de una familia humilde; pasó su infancia entre las localidades de Gádor, La Cañada de San Urbano y Almería. Estudió en el Colegio de La Salle de Almería e ingresó joven en el Seminario Diocesano donde estuvo desde su juventud y durante casi diez años no concluyendo la estancia por despertar en él otra vocación de ayuda diferente, la medicina.

Aunque realizó estudios de Filosofía y de Teología en la Cartuja de Granada completó la carrera en la Facultad de Medicina de la misma ciudad realizando la especialidad posteriormente en el Hospital Español de Méjico D.F. en medicina interna y de urgencias, radiología, así como en aparato digestivo a la que se dedicó por el resto de sus días.

Tras la especialización, volvió a España donde inició su trabajo como médico de Asistencia Pública Domiciliaria (APD) en localidades como Rioja, Sierra Alhamilla o Pechina y posteriormente se establece como especialista en aparato digestivo tanto en la Seguridad Social como en la medicina privada ejerciendo en su consulta hasta los 80 años, edad con la que leyó su ansiada Tesis Doctoral, en el Salón de Actos de la Real Academia de la Medicina de la Facultad de Granada.

Aunque los tres ejes de su vida fueron la familia, la medicina y la amistad, quienes le conocimos bien sabemos que lo mas importante de su vida, siguiendo sus propias palabras, era su querida esposa Pepita Laiz Pérez a quien conoció en 1957, en Cartagena durante las milicias universitarias de Alférez de Complemento. Se casó con ella en diciembre de 1961 en la misma localidad y con ella tuvo seis hijos, todos varones, Antonio José, José Manuel, Gonzalo Patricio, Miguel Ángel, Javier y Carlos. De todos ellos tiene hasta trece nietos y una bisnieta que llegó a conocer el pasado año.
Manuel Rodríguez, Manolo para sus amigos, fue descrito como "hombre del renacimiento trasplantado de época", por su inquietud vital, por su capacidad y por la cantidad de actividades a las que se dedicó a lo largo de su vida. Mencionando quizá solo las mas relevantes, fue Diputado del Parlamento Constituyente de Andalucía en su primera legislatura con la UCD, fue Presidente de Caja Almería, actual Unicaja, del Movimiento Familiar Cristiano, de la Fundación Cánovas del Castillo, del Instituto San Buenaventura, de la institución benéfica Tienda-Asilo, del Sindicato Médico Almeriense y Vicepresidente de la Confederación española, entre otras muchas asociaciones siendo fundador además de algunas más como la de los Amigos de la Catedral, o el Instituto de cultura religiosa de San Indalecio, entre otras. Le impusieron los Escudos de Oro y membresía de Honor de la Diputación Provincial y del Colegio de Oficial de Médicos de Almería.

Profesionalmente le otorgaron las Medallas de Oro y membresía de Honor de las Sociedades Andaluza, de la que fue uno de sus fundadores en 1968, y Española de Patología Digestiva, asociaciones de las que fue presidente, así como de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Facultad de Medicina de Granada.

Organizó y presidió mas de cincuenta congresos y reuniones regionales y nacionales a lo largo de su vida profesional, destacando una extraordinaria de gran recuerdo para sus compañeros realizada en un barco con un minicrucero entre las ciudades de Almería, Orán y Melilla, que fue una verdadera innovación en aquella época y un logro sin precedentes.

Tiene numerosas publicaciones médicas de su especialidad, algunas otras de tipo divulgativo, así como una biografía que publicó con 85 años llamada “Almería en mi Memoria” donde aúna recuerdos, vivencias y reflexiones de una vida repleta de experiencias y anécdotas. En ésta, afirma como sus valores, la vida, la libertad y el amor,  y como su lema “Unum, Verum, Bonum”. 

Gran amante de la naturaleza, recitaba de memoria los nombres latinos de las mas de trescientas especies que tenía en “su cortijo”, el cual constituía su rincón de retiro y su refugio, donde disfrutaba con los suyos, tanto familiares como amigos. 

De profundas convicciones ético-religiosas, cristianas, liberales y democráticas, fue un ejemplo de honradez, de trabajo y de amor para quienes tuvimos cerca; de gustos y aficiones sencillas, familiar como el que más, se ganó el aprecio siempre de quienes le rodeaban por su talante entrañable, su felicidad transmitida y su amistad sincera. Nunca le podremos agradecer suficientemente su legado y su ejemplo de vida.

Se fue tranquilo, en paz, sin dolor alguno y sentado junto a su querida Pepita; ahora descansa con seguridad en el cielo donde estará organizando con pasión, como siempre, alguna reunión o viaje, o acaso estará innovando con algún tema para mantenerse, como siempre, productivo y ocupado, rodeado de afecto y de amigos.

Dr. José Manuel Rodríguez Laiz