El término de Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) se reserva para un grupo de enfermedades crónicas que se caracterizan por presentar un proceso inflamatorio a nivel intestinal. Actualmente se incluyen 3 entidades dentro de este nombre: la Colitis Ulcerosa (CU), la Enfermedad de Crohn (EC) y la colitis indeterminada. Cuando se empezaron a conocer estas enfermedades, no hace mucho tiempo, se llegó a pensar que eran una sola, ya que presentan manifestaciones clínicas muy similares. A medida que se ha ido profundizando en ellas se han podido discernir una serie de diferencias que permiten considerarlas como entidades independientes.
Así, existen diferencias en la distribución de la enfermedad, en la forma de presentación, en la clínica y en la forma de tratarlas, incluso en la prevalencia (existen más casos de CU que de enfermedad de Crohn) y aún así, en algunos pacientes existen grandes dificultades para establecer un diagnóstico claro.
La diferencia fundamental entre la CU y la EC estriba en que la EC puede afectar a cualquier parte del tubo digestivo (desde la boca hasta el ano) mientras que la CU sólo afecta al intestino grueso o colon. Además, en la EC la distribución es parcheada mientras que en la CU es difusa y continua. Así en el 30% de los casos de EC sólo se afecta el ileon o zona distal del intestino delgado, en el 40-55% existe afectación de ileon y de colon, y en el 20% se afecta sólo el colon. Excepcionalmente se pueden afectar tramos más altos del tubo digestivo como son el esófago, el estómago y el duodeno. Los pacientes con EC por tanto, pueden tener afectados distintos tramos del tubo digestivo no contiguos.
En la CU esto no ocurre y así en el 54% de los casos la afectación es exclusivamente recto-sigmoidea, en el 28% existe además afectación de colon transverso y descendente, y sólo en el 18% existe una pancolitis o afectación de todo el colon. Esta distinta distribución de la enfermedad lógicamente conlleva muchas variantes en la forma de presentación de la enfermedad, en la evolución y en el tratamiento.
La EII es una de las enfermedades crónica más incapacitantes que existen en el mundo occidental. Cursa por brotes y en algunos casos, esta reagudización del proceso requiere hospitalización del sujeto. Su incidencia está aumentando en los países Occidentales de forma importante y además entre la población más joven.
Numerosos estudios tratan de encontrar la causa de esta enfermedad y existen muchas líneas de trabajo que parecen llevan un buen camino aunque aún dista mucho de encontrar la explicación a una patología tan frecuente y tan insidiosa. Actualmente se considera que se produce por una alteración en sistema inmune del paciente, es decir, las defensas del sujeto atacan a su propio tubo digestivo, inducido esto por un componente genético y por la posible influencia de un agente externo, como el tabaco, algún tipo de dieta, agente infeccioso, etc...
Los síntomas son muy variados y dependen de si el paciente presenta una CU o una EC. Esta última por su más diversa localización tiene una sintomatología más variada y abigarrada. Pero a modo de resumen se puede decir que los pacientes con EII cursan con diarreas a veces con sangre, moco o pus y dolor abdominal acompañado de fiebre en algunos casos. En la EC pueden aparecer cuadros obstructivos y fístulas de diferente origen. Puede tener manifestaciones asociadas a otros niveles del organismo, como son dolores en las articulaciones o problemas oculares, entre los más frecuentes.
El diagnóstico de esta patología se realiza a través de una serie de pruebas: en primer lugar es importante realizar una buena historia clínica del paciente preguntándole acerca del número de deposiciones, su consistencia y si van acompañadas de sangre o no, entre otras cuestiones. Se debe realizar una analítica general buscando si existe anemia o algún otro parámetro alterado como leucocitosis. En la mayor parte de los casos se realiza una colonoscopia que consiste en introducir un endoscopio por el ano, que lleva incorporada una cámara y una luz y permite ver la mucosa del colon. A través de él se pueden tomar muestras de esta mucosa que posteriormente se analizan al microscopio dándonos el diagnóstico. En otras ocasiones se deben realizar más pruebas como son el tránsito gastrointestinal, que tras la ingesta de una solución radiopaca permite la obtención de imágenes del intestino y así poder observar si hay alguna alteración, ecografía abdominal y/o una gammagrafía. La cápsula endoscópica ha supuesto una revolución en el diagnóstico de enfermedades que afectan al intestino y así ha permitido el diagnóstico de pacientes con EC con afectación exclusivamente intestinal.
La EII es una enfermedad crónica que cursa por brotes, es decir, hay períodos en los que el paciente está asintomático y otros en los que presenta todos los síntomas de la enfermedad. La CU es curable, ya que si se realiza una operación y se extirpa el colon el problema queda solucionado. La EC sin embargo, hoy en día no es curable, ya que no podemos quitar todo el tubo digestivo, hecho éste inviable. Sin embargo, actualmente tanto para una como para la otra hay un arsenal terapéutico muy importante y que es capaz de controlar la enfermedad en un amplio tanto por ciento de casos. Debido a la cronicidad de esta enfermedad y a su curso por brotes es una patología muy insidiosa, que requiere un control muy estricto por parte del especialista en Digestivo y por parte del paciente, que debe ser consciente de su enfermedad para que a través de la medicación sea capaz de minimizarla y que le afecte lo menos posible en su vida diaria.
Dr. Federico Argüelles AriasMédico Adjunto de Aparato DigestivoHospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla
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